Sobre libros y otras historias...
Jamás lo conocí personalmente, sin embargo, aún lo extraño...
Jamás lo conocí personalmente, sin embargo, aún lo extraño...
Creo que Anthony de Mello fue uno de los pensadores espirituales más lúcidos del siglo XX que me ayudó y acompañó durante muchos años. Uno de sus libros fue para mí, lectura de cabecera y permanente compañía : “Autoliberación Interior”.
Libro doloroso ya que te obliga, una y otra vez a replantearte la veracidad, la auténticidad de tu amor por el otro.
Tu incondicionalidad absoluta y desapegada sinceridad.
El hecho que de Mello hubiera nacido en India, en el seno de una familia católica, rodeado de múltiples formas de practicar y manifestar una vida espiritual, le dio una visión muy respetuosa, de gran ángulo y completa tolerancia.
Dicen en Wikipedia:
Anthony de Mello S.J. (Bombay, 1931 — Nueva York, 1987) fue un sacerdote jesuita y psicoterapeuta conocido por sus libros y conferencias sobre espiritualidad, donde utilizaba elementos teológicos de otras religiones, además de la tradición judeocristiana...
Este es un historia que siempre solía contar en sus charlas y conferencias, y a menudo, me sirvió para ejemplificar lo que Swami resume cuando dice: EPPUDU-UNDADU (Sánscrito y significa: Ya pasará).
Esto decía...
“En un pueblito lejano, muy humilde, vivía con su familia un aún más humilde un viejo campesino chino.
Un día, el único caballo que tenía para ayudarlo en sus tareas de labranza, se escapó a las montañas cercanas. Cuando la gente del pueblo se enteró, corrió a condolerse con él, pero el viejo ante los lamentos solo contestaba: "¿Buena suerte, mala suerte... Quién sabe?"
No había pasado un mes desde aquel suceso y cuando apenas amanecía, el viejo y la familia, vieron con asombro que su caballo había regresado a casa, arriando con él, una manada de potros salvajes.
Toda la gente vino corriendo a felicitarlo, pero el viejo como siempre, solo respondía: "¿Buena suerte, mala suerte... Quién sabe?"
Un día, tratando de domar uno de los potros recién llegados, el único hijo del pobre campesino se cayó, quebrándose malamente una pierna. ¡Oh! A todos les pareció el colmo de la mala suerte, pero el anciano, imperturbable, seguía repitiendo: "¿Buena suerte, mala suerte... Quién sabe?"
El muchacho no se había repuesto aún de sus quebraduras, cuando el ejército entró en el pueblo, reclutando para la guerra a todos los hombres jóvenes del pueblo, excepto, al hijo del pobre campesino que aún seguía lastimado...
Entonces... Buena suerte? Mala suerte? ¡¿Quién sabe?!”
Cuando miro hacia atrás, me doy cuenta que mi pasado, mi historia está plagada de circunstancias que en su momento parecieron extremas, límites, pero que evaluándolas en conjunto, las agradezco tanto, porque son las que me trajeron hasta acá, aquí y ahora... ¡Y hoy soy feliz!
Si les interesa, “Autoliberación Interior” se puede leer, o bajar de la web: http://www.domingo.org.ar/itinerarios.formativos/Itinerario.Formativo.3B/03B.00.Autoliberacion.interior.-.Antony.de.Mello.pdf
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