lunes, 5 de febrero de 2018

-  Rendida a Sus pies – 10 – 

Sinceramente estaba muy feliz.
Sentía que había superado un doloroso trauma y la visita de Swami, mientras hacía mi trabajo y terminaba de pintar, hacía parecer todo tan hermoso, que no se podía pedir más ¿Verdad?
La siguiente mañana pude llegar a tiempo para el Darshan y me movía con una sensación de ligereza incomparable. No solo por haber cumplido con mi compromiso, sino también por sentir que, por fin, había logrado superar aquella dolorosa historia que me había lastimado por tantos años.
Al salir del compound, alguien me avisó que me buscaba uno de los directivos de la Organización Sai de Argentina. Al encontrarnos me comentó que, como parte de los festejos pensados para celebrar el próximo cumpleaños de Swami, se presentaría una Muestra Internacional sobre el Programa de Educación en Valores Humanos alrededor del mundo. Que la persona a cargo de recopilar información, juntar los datos y armar la muestra era Loraine Burrows, mujer encantadora y devota fiel de Sai Baba por muchos años, que residía y trabajaba en Tailandia y quien había dedicado toda su vida al tema educativo. Ella, por supuesto, no hablaba español, pero necesitaba, inmediatamente, ayuda para hacer TODOS los carteles explicativos de la muestra…
¡Si, lo sé, pero no…! No habían por aquel entonces (no existían o al menos, no en Puttaparthi), computadoras, para hacer algo así (¡hubiera sido tan fácil!). Loraine explicó que me necesitaba a tiempo completo: "Si estaba dispuesta a ayudar, tenía que ir con carácter de URGENCIA a la habitación donde ella se alojaba ya que allí se estaba concentrando el trabajo".
Confieso que ya no es más así, pero les cuento: Yo solía tener una letra perfecta (me ufanaba de ello) parecía tipiada, por lo pareja y uniforme (sólo Él Señor podía saber esto), ciertamente nadie de la Org. Sai de Argentina tenían ninguna idea al respecto, por eso… No sé cómo ni porque vinieron a buscarme, pero allí estaban, convocándome nuevamente y yo me sentía muy feliz.
Salí disparada hacia el room de Loraine. Era un departamentito propio, pequeño, en uno de los West viejos, tercer piso, por escalera (¡Más escaleras!).
Cuando llegué, ya había allí varias personas. Señoras que se estaban ocupando de organizar fotos sobre cartulinas de colores, pegarlas, adornarlas un poco y mi tarea era escribir, en inglés (¡Sin errores!) los textos que describían los lugares y/o diferentes actividades que allí se mostraban.
Hasta donde sé, esa fue la primera vez que se realizó en Prasanthi Nilayam una exposición sobre el tema, por lo que iban improvisando sobre la marcha. Me daba la impresión de que, durante el año, habían pedido a todos los grupos y centros de la Organización Sathya Sai internacional y específicamente a los involucrados en el área de Educación, que enviaran fotos, recortes y todo lo necesario para acreditar las tareas desarrolladas dentro de sus talleres específicos que se llevaban adelante a nivel mundial. ¡Oh! Eran cientos, miles de fotos sin una base, sin clasificar, sin una estructura esperando que, los otros ayudantes y yo, lo organizáramos y le diéramos forma de Muestra….
Era lunes, éramos unas cinco mujeres, estábamos en una habitación de 4 m. X 4 m. sentadas donde podíamos (almohadones, colchones, repartidos por el piso) mientras entraban y salían diferentes personas que hacían el apoyo "logístico" (buscaban /compraban marcadores, cartulinas, papel crepé, adhesivos y, más marcadores y también alguna bebida fresca cada tanto). Sabíamos que para el viernes a la tarde, sin falta, todo debía estar armado y terminado, pues estaba previsto que el sábado, Swami inauguraría la exhibición… Se darán cuenta que NO nos sobraba el tiempo. ¡Una vez más, corriendo contra reloj!
Loraine me miró a los ojos y, con mucha seriedad me preguntó, si estaba dispuesta a hacer el trabajo. Ello implicaba que debería renunciar a ir a Darshan y Bhajanes, tampoco podía perder tiempo yendo a comer, diferentes voluntarios se iban a encargar de traer lo necesario, pero no nos sobraba ni un minuto por lo tanto…
¡A trabajar se ha dicho!
Y así fue, trabajábamos a destajo, todas. A mí me daban los textos escritos en inglés y tenía que trasladarlos sobre cartulinas en caracteres grandes para que se pudieran leer desde cierta distancia.
¿Recuerdan lo que siempre repito? Yo no sabía, ni entendía  ese idioma, por lo que nunca supe de que trataba lo que escribía, nunca.
Varias veces tuve que rehacer algún cartel porque había cometido algún error ortográfico, pero los otros también cometían errores y pegaban en la cartulina perteneciente a Gambia, los carteles de Noruega y había que empezar todo de nuevo. ¡Si no hubiéramos estado tan apuradas, hubiese sido gracioso!
Uno de los países centro europeos, muy empobrecido, solo había enviado sus "buenas intenciones" de participar y me pidieron que les inventara un afiche… Tuve que salir a investigar sobre este país, en un diccionario. Donde quedaba exactamente, la forma de su territorio, cuál era su flor nacional, trajes típicos y armé una enorme cartulina en base a eso.
Hacía dos días que trabajábamos casi sin descanso, de hecho, todas las noches, volvía arrastrándome al  shed (galpón dormitorio), donde me había tocado alojar en ese tiempo. Llegaba cerca de las 23 hs. aproximadamente. El horario oficial indicaba que a las 21 hs. se debían  cerrar las puertas y durante esos días, cada noche, tenía que "discutir" con la seva dal de turno (casi siempre era una distinta), pues les enojaba verme llegar tan tarde, todas  las noche, mientras en mi muy "magro" inglés les decía:
Working, workingSevaSeva… (trabajando, trabajando, Servicio, Servicio…)
Inmediatamente, caía fulminada en mi colchoncito hasta las 4 am del día siguiente.
Voy a hacer una confesión. Habían pasado solo un par de días haciendo este trabajo cuando, una tarde, al regresar desde el templo después de Bajhanes, una de las voluntarias asistentes llegó y, recostándose muy sonriente en uno de los colchones contó, feliz:
Hoy, Swami le repartió los sarees a las "ladies" pintoras. Estaban todos allí… A los hombres también les regaló ropa…
Si en ese momento, una daga me hubiera atravesado, no me hubiera dolido tanto… Ustedes recordaran que, anteriormente, en aquel intenso diálogo interior con Swami: "Había renunciado al saree".
Si… Pues si yo hubiera estado allí, en el momento del reparto, no hubiera soportado la "tristeza" de no estar incluida ya que… Le había asegurado que NO ME INTERESABA y lo decía de verdad, pero…
En ese momento me quedaba claro que no lo estaba viviendo con tanto desapego, y me revolcaba por dentro. Hoy, Le agradezco que me hubiera "sacado de circulación", pues no quiero ni pensar como hubiera sido si, pese a todo, me hubiese puesto en la fila para recibir uno…
¡Con El Señor no se juega!
Seguía trabajando muy esforzadamente, pero mientras escribía y escribía textos en inglés, mantenía un intenso monólogo en mi corazón, con Swami. Era más o menos algo así:
Está bien… Es cierto… Yo renuncié al saree… No tengo nada que reclamar, sin embargo, ahora estoy haciendo un buen trabajo con mucho esfuerzo y, lo hago por amor y con mucha alegría, pero… Si va a haber recompensa, esta vez la quiero ¿eh? ¡Señor, esta vez no renuncio a nada!
Y así me la pasé "rumiando" en mi interior todo el tiempo que faltaba para completar el proyecto.
Ya casi estábamos sobre la fecha del cumpleaños de Swami y, como de costumbre, el Ashram se iba llenando de peregrinos de todas partes del mundo, pero sobre todo, de India y todos los escalones y recovecos volvían a llenarse con familias enteras, niños y ancianos incluidos.
Desde mi ignorancia, no terminaba de entender bien tanto fervor o porqué era así. Era un poco fastidioso llegar a lo de Loraine, ya que el camino se estaba convirtiendo en una complicada "carrera de obstáculos". Mucha gente… Mucha gente…
El viernes a la tarde, cuando casi concluido mi cometido, vi llegar al pequeño departamento, un centenar de sonrientes tailandeses pertenecientes al Instituto Sathya Sai de Educación en Valores Humanos, ya que participarían también de la Exposición y Conferencia. Venían entre ellos, expertos decoradores con pétalos, y traían además, más de mil kilos de flores... Ellos prepararon la cena (me gusta mucho la comida Tai), por su parte,  Loraine me sugirió que comprara un saree nuevo, porque, nos anunció: Al día siguiente, cuando Swami inaugurara la muestra, a los que habíamos trabajado en su armado, nos permitiría hacer: "Padnamaskar."
¡Decir que estaba feliz, es poco!
Comprar un saree a último momento no fue sencillo (por mi tamaño), pero después de caminar y regatear un poco, lo logré.
Tenía que estar a las nueve de la mañana en la puerta de ingreso de la librería nueva. Me levanté muy temprano y, primero, fui al compound a presenciar el paso del Señor, como todas las mañanas, volví casi corriendo al shed y con la invaluable ayuda de una amiga hindú y un par de sevas logré "envolverme" en esos siete y medio metros de tela.
¡Me sentía hermosa! Algunas flores en el pelo y, salí disparada hacia el punto de encuentro, tan rápido como me lo permitía mi vestimenta nueva. ¡Ah, si no estás acostumbrada, no es fácil! Sentía (todo el tiempo), que en cualquier momento quedaría en enaguas en medio de la calle…
Llegué puntual a la puerta de entrada a la Exposición, donde los tailandeses arribados la noche anterior, habían hecho maravillas, sobre todo, una larga alfombra de pétalos de flores de mil colores, con diseño y formas de gran precisión ¡MUY HERMOSA!
Pero había un problema…
No tenía ninguna credencial que me habilitara a entrar y, el seva dal (servidor voluntario) de la puerta se opuso TERMINATEMENTE a dejarme pasar.
Lo intenté más de una vez, pero él no entendía mis argumentos, ni yo sus respuestas… ¡Que frustrada me sentía! Con mi atavío nuevo (y para ser sinceros, bastante incómoda con el), busqué un lugar donde sentarme en los alrededores… Solo quedaba un pequeño espacio al rayo del sol, sobre tierra mojada y blanda y yo, ¡sufría pensando en mi saree nuevo! Pero parecía que no había otra alternativa...
¡Uf! Estaba re enojada con Swami, sentada, con mucho calor, en medio de una multitud, pensaba:
¡Ah, no! ¡Señor, así no vale! Renuncié a aquel saree, es verdad, pero Te aclaré bien, que si ahora había alguna recompensa yo la quería, quería participar en ella y…. ¡¿Mirá dónde estoy?! En medio del barro y desde aquí, no se siquiera si voy a poder verte pasar…
Así, refunfuñando, no pasaron ni dos minutos, cuando veo a Loraine que estaba DENTRO del edificio.
La alcancé a divisar a través de un ventanuco muy pequeño, casi un tragaluz, pero lo milagroso fue que:
¡Ella me vio a mí! Sentada, enfurruñada, en medio de la inquieta multitud que rodeaba el edificio.
Hizo con su mano el típico gesto de pregunta y yo, muy poco resignada, encogí los hombros con las palmas hacia arriba, como diciendo:
¿Qué puedo hacer?
Siempre con gestos ella, agitó sus manos indicando:
¡Vení, rápido, vení!
Y, obesa como soy, nunca en la vida me paré y corrí más rápido de una punta a otra…
Antes de darme cuenta, estaba nuevamente en el ingreso y nadie, ni el seva mismo se animó a frenarme, por lo decidida y embalada que venía, traía conmigo una radiante sonrisa atravesando mi cara, de lado a lado.
En el interior, Loraine junto a la delegación de Tailandia (deben haber trabajado toda la noche) no solo habían construido la más bella alfombra de bienvenida para Baghavan, también habían distribuido sobre muchos paneles, todos los afiches por regiones y Continentes.
A nosotros (un poco más de veinte personas), nos hicieron sentar haciendo una doble fila enfrentada, quedando yo en el primer puesto al lado de la puerta de entrada.
Llegó Swami y primero recorrió toda la muestra, haciendo preguntas, comentarios, interesándose en todos los aspectos de los trabajos realizados, en los diferentes lugares del mundo, donde se desarrollaba el Programa Sathya Sai de E.V.H.
Fue una recorrida minuciosa y al terminar, me miró desde la distancia, sonriendo dulcemente se aproxima a mí y haciendo énfasis con un gesto de Su mano me dice:
¡OK… Do it! (¡Está bien, hacelo!)

Me estaba dando permiso para hacer Padnamaskar, que es el gesto supremo de entrega a Dios, al tocar o besar Sus pies…
Y así lo hice… ¡FELIZ, FELIZ, FELIZ!
A la ida y al regreso…
Aún hoy sigo recordando esta historia con una sonrisa, imaginando la divertido que a Swami le debe haber parecido mi loco berrinche.
¡Je… Estaba indignada!
Tan estúpidamente, indignada.





1 comentario:

  1. Querida Pakora...haata aqui llegue hoy. Emocionada, conmovida, agradecida por tu relato que me conecta en directo con El, con Su amor.

    ResponderEliminar